lunes, 16 de marzo de 2009

Padua

Luis quiere conocer el norte de Italia, Austria, Hungría y lo que pueda de Croacia durante lo que dure este puesto, es decir, hasta junio del año que viene. Esta vez tocó Padua (aeropuerto, Venecia).

Es difícil recomendar un sitio para dormir. Tras un rastreo rápido nos alojamos en el Grand Hotel d’ Italia, muy recomendado en las distintas web por su cercanía al cogollo de la ciudad. Resultó que además de eso, estaba convenientemente situado al lado de la estación de tren, lo que suponía tener un billete premiado para un atraco nocturno. No lo recomiendo por muy simpático que haya sido el personal.

Padua es una ciudad muy bonita de estilo veneciano, que por desgracia fue intensamente bombardeada por los americanos durante la segunda guerra mundial, destrozando edificios como la Iglesia de los Eremitas, restaurada en la actualidad, y en cuyo interior hacía un frío que te pelas.

En las cercanías de esta iglesia se encuentra el mayor tesoro de Padua, la Capilla de los Scrovegni, que alberga uno de los trabajos más espectaculares de Giotto.
Fue erigida a principios del siglo XIV por orden de Enrico Scrovegni, que pretendía así expiar los pecados de su padre, conocido usurero.

Dentro de la capilla, el intenso color azul de la cúpula y los maravillosos frescos nos dejaron sin aliento. Me pareció espectacular la pintura del juicio final, donde nuestro prestamista es supuestamente perdonado gracias a esta obra de arte. A la derecha de la pintura, el infierno. Allí me pareció entrever, quemándose en las llamas, a un antepasado de uno de mis compañeros de trabajo, un comercial, JLM, que en su corta vida ha cometido ya suficientes pecados (de los que yo haya sido testigo destacaría la codicia y la mentira como los dos más recurrentes) como para tener que construir a cambio de su perdón una tonelada de complejos religiosos.

Interior de la capilla, juicio final al fondo

No podemos olvidarnos de la Iglesia de San Antonio, iglesia franciscana de transición entre el románico y el gótico. Su exterior está rodeado de pequeños tenderetes dónde se venden todo tipo de velas de diferentes formas y tamaños con los que pedir al Santo lo que más te falte.

Nosotros decidimos comprar unas cuantas velas para pedir algunas cosillas personales, y para rogar por un novio para una amiga nuestra, muy querida. Su vela, alta y fina, como yo pienso que le gustaría el macizo: alto y delgado.

Para nuestra contrariedad resultó que no dejaban encender las velas en el templo, obligándote a dejarlas en una triste caja de cartón junto al sepulcro. Lo más auténtico: los fieles al Santo.


Como detalle siniestro, en la misma Iglesia se encuentran varias reliquias de San Antonio, entre ellas, la lengua y su estupenda mandíbula.


San Antonio. Los helados italianos están buenísimos. Nos tomamos unos cientos...

Como siempre, Luis y yo necesitamos comer cada cuatro horas. Si no, estamos de mal humor. Recomendamos un restaurante en la Plaza del Prato Della Valle: Trattoria Al Prato, un negocio familiar de atención muy personal. Tiene una terraza muy agradable con vistas a la plaza, cubierta en invierno (¿descubierta en verano?), y con un pasta con frutos del mar riquísima.

Prato della Valle - vista desde el restaurante ¡Olé!

Hay varios bares interesantes para tomar una tapa y un vino, pero es una información que no voy a revelar, pues Luis necesita, como sabemos los que le conocemos, arrastrar a sus amigos sin que sepan qué va a ser lo siguiente que van a ver, comer o beber.


Yo muy "contenta" a la salida de un bar, tras tomar unos vinitos y un kilo de mortadela.

La ciudad estaba animadísima mañana, tarde y noche (no al mediodía curiosamente). Italianos everywhere, tomando café por la mañana, saboreando deliciosos sandwichitos en el aperitivo, o paladeando un vino al atardecer en los distintos baretines de la Piazza della Frutta y la Piazza delle Erbe, llenos de puestos de fruta y de flores, como bien indica su nombre.




En fin, un fin de semana muy interesante y muy engordante.


martes, 10 de marzo de 2009

Consejos "MUST"

De los treinta a los cuarenta años la mujer entra en su mejor momento. ¿O no?

Fue cumplir treinta años y un mundo lleno de nuevos vocablos irrumpió en mi apacible adolescencia tardía. Las palabras matrimonio, embarazo, hipoteca y cargo de alta dirección pasaron a formar parte habitual del vocabulario de todas las personas que me rodeaban.

Podríamos resumirlo del siguiente modo: una vez cumplidos los treinta años lo lógico es que ya hayan reconocido tus cualidades en el trabajo y te ofrezcan un puesto de responsabilidad que te permita independizarte de tus padres y, por fin, tener una hipoteca a cuarenta años que deje implícito que eres una persona estable y madura para formar una familia.

Es un tema escabroso.

Cuando tú aún estás asimilando que ya no tienes veinte años y que ya no puedes salir de copas hasta las siete de la mañana porque tu cuerpo no aguanta más el trasnochar y el exceso de alcohol en tus venas; el resto ya sabe que tú estás, eres mayor. (Nota de la autora: yo sigo pensando en que soy demasiado joven para todo).

Cada una tiene sus presiones, solamente depende de en qué estado estén tus haberes.

¿Qué ocurre si llegada la treintena todavía no tienes un puesto de alta dirección?

Si no lo tienes todavía, no se te ocurra anunciar que te vas a casar o que quieres tener un hijo. Hundirías tu carrera profesional.
Si mi jefe fuese el director financiero (que no lo es porque por el momento y no por mucho tiempo soy yo) se hubiera dado cuenta de cómo sube el tramo del seguro médico de los 25-40 años si eres mujer. Los del seguro ya saben que te vas a pasar más tiempo de baja por maternidad que trabajando.

Consejo MUST: decir que estás abierta a todas las oportunidades que te vaya ofreciendo la vida, pero que en estos momentos estás centrada en tu profesión y en llegar a lo más alto (dónde se suponga que está eso).

Yo, como hago caso omiso a mis consejos, hace un mes, a la pregunta directa de mi jefe de si estaba interesada en tener hijos o no, se me ocurrió no mentir y decir que sí. ¿Qué ocurrió? Pues lo que yo llamaría “removing”: una semana más tarde tenía en mi departamento, supuestamente a mi cargo, a un señor veinte años mayor que yo y con veinte años más de experiencia. Todavía me duele la mandíbula del derechazo.

En último caso propongo abrir un puesto en cualquier mercadillo de España. Un programa sobre la crisis en el que varias familias explicaban cómo habían empeorado sus condiciones de vida durante el último año me abrió los ojos a una nueva carrera empresarial. En el caso de una familia gitana el patriarca explicaba a España, mientras se bajaba de su mercedes último modelo y nos enseñaba su casa llena de pantallas de plasma a modo de cuadros, lo mal que lo estaba pasando. Su puesto en el mercadillo que daba 1500€ a la semana(¡6.000€ al mes!¡) había bajado unos cientos de euros su rentabilidad semanal. No me dió la sensación de que este señor pagase impuestos. Pobrecito.

Consejo MUST a la desesperada: Ser empresario. Ser tu propio jefe. Tener un puesto en un mercadillo y evadir impuestos.

En cuanto cumples treinta años te obsesionas con la independencia y por ser propietaria de un pisito en el que sentirte la amita de tu casa. Sumando (letras) y restando (calidad de vida) decidí no meterme en la espiral de compra que te compra y alquilar un piso.

Sin piedad ninguna, sigo ese programa tan educativo que mencionábamos antes. Otra serie de pobres familias endeudadas hasta las cejas. Lloros y lamentos por no llegar a fin de mes para pagar la letra, bien rellena de otros camuflados créditos al consumo (en ninguna de las casas faltaba la pantalla de plasma. A ver si resulta que había una oferta en Carrefour de 2*3 y yo no me he enterado). La culpa de que estas familias tengan el 75% de su renta familiar invertida en un piso y en pantallas de plasma es de los bancos y del gobierno. Las matemáticas no fueron su fuerte.

Consejo MUST: Si eres de los listos que compraste una casa a precio de oro y ahora no sabes cómo pagarla, finánciala con sucesivas apariciones en la TV echando la culpa de tus males a Botín (que también tiene mucha culpa) y a Aznar (porque Zapatero nunca tiene la culpa de nada). Si eres de los tontos que en su momento no compraron una vivienda a millón el metro cuadrado, frótate las manos y espera la caída de las poderosas inmobiliarias, aunque toda la economía española se hunda con ellas.

Más, más: ¿Qué todavía no tienes novio?

Tenemos que conseguir un novio cueste lo que cueste, aunque el suodicho no te guste. Pues no me da la gana.
Para enfrentarse a la caza de esos inocentes que son los hombres has de tener presente que ellos ya saben que tu famoso reloj biológico ha empezado a contar. Lo saben antes que tú. Debe ser una información genética que viaja en las feromonas que emitimos.

Aquí mi consejo es claro: hay que mentir sobre tu edad en las primeras citas. La edad sólo puede ser revelada cuando se tenga claro que el hombre está completamente colgado por ti. Mientras tanto seguiremos ancladas en los veintisiete años. Si nos sentimos culpables, arrepentimiento y confesión.

Este consejo es un MUST (y altamente recomendado si sales con un topillo híbrido).

Cuando por fin te has liado la manta a la cabeza y te has casado, el embarazo es el siguiente paso. Os informo que también podéis quedaros embarazadas estando solteras, por si alguna tenía dudas. Pero casada...ayyy la mamá de una.

Mi madre se llevó una decepción terrible cuando descubrió que no estaba embarazada a la vuelta de nuestro viaje de novios a pesar de haber visto un montón de signos inequívocos de mi supuesto estado de gravidez. Finalmente resultó que había engordado ni se sabe los kilos y encima había dejado a mi pobre progenitora disgustadísima.

No quiero dejar pasar la ocasión para mencionar que todos los meses, nada más abrir la puerta de casa, mi madre me somete a un escrutinio con el fin de ser la primera en anunciar los posibles cambios hormonales propios del estado de buena esperanza.

El anuncio del embarazo de mi cuñada supuso un periodo de tregua que está llegando a su fin. ¡Bienvenido, Álvaro!.

CONSEJO MUST: Anuncia a bombo y platillo que quieres disfrutar de los primeros meses de matrimonio sin añadir nuevos miembros a la plantilla familiar.

La vida en cada ciclo implica muchísimos cambios (sobre todo en los demás).
Cambiemos sólo para mejor y únicamente porque nos apetezca.