Liubliana: Ciudad pequeña. Hoy aprox. 276.000 habitantes. Contaminación baja.
Madrid: Ciudad grande. Hoy 3.128.600 (más inmigrantes ilegales). Contaminación alta.
Liubliana: casa grande. Eco.
Madrid: casa pequeña, pequeñísima. ¡Quién tuviera un trastero!
Liubiana: bicicleta. Negra. Retro. Vive en mi trastero.
Madrid: Coche. Rojo. Anticuario. Custodia compartida con el taller.
Liubliana: con marido, con o sin barba. Sin jefe.
Madrid: sin marido, con o sin barba; aunque sí casada (a todos los efectos). Con jefe.
Liubliana: colaboración claramente activa en las labores del hogar. Ingrid.
Madrid: pon lavadora, tiende, plancha, quita el polvo, haz la cama, limpia. Se busca.
Liubliana: comida casera, cocino yo o al menos, lo intento; otras él.
Madrid: comida preparada, cocina otro. No le conozco.
Liubliana: Tengo una amiga en proceso.
Madrid: Tengo más. Gracias. ¡Viva!
Liubliana: Vida tranquila. Engordo dos kilos por quincena.
Madrid: Vida loca. Adelgazo kilo y medio por quincena.
Neto: Hagan cálculos.
Liubliana: Skype. Messenger. Las comunicaciones me fallan.
Madrid: Móvil. Móvil. Móvil.
Liubliana: Paz.
Madrid: Estrés.
Liubliana: Cada vez me gusta más.
Madrid: ¡Que haría yo sin Madrid!
miércoles, 29 de octubre de 2008
martes, 21 de octubre de 2008
jueves, 16 de octubre de 2008
Fiesta Nacional
Imagina: Una visión de los fotógrafos del mundo sobre el Mediterráneo.
El clavel: sello, marca, branding español escogido para la ocasión.
Esperando a los invitados a la Fiesta Nacional, en fila para saludar, por orden de importancia
(yo, fundamental)
Saludando...
Más saludos...
Blanco y azul, colores del Mediterráneo
Una exposición múltiple
Pablo Juliá, Director del Centro Andaluz de la Imagen
miércoles, 15 de octubre de 2008
Primera cena en la Residencia de la Embajadora
El Día de la Hispanidad se celebrará "hoy a las 18:00 horas en el Museo Etnográfico Esloveno", reza la invitación. Una exposición de fotografía organizada por la Embajada de España, la Junta de Andalucía y el Centro Andaluz de Fotografía es el sello, la marca, el branding español.
Ayer fue mi primera cena oficial en la Residencia de la Embajadora.
El motivo de la cena fue invitar a los diferentes consejeros que se habían desplazado a Liubliana para conmemorar la Fiesta Nacional.
El Consejero de Defensa, el Consejero Comercial, el Consejero de Turismo, otros dos Consejeros sin "denominación", y el agregado de interior fueron convidados a una cena en la Residencia. Falló uno de los conyúges, por lo que finalmente éramos un total de once personas.
La Residencia estaba muy bonita. La luz perfecta. Preciosos los centros de flores diseñados por la E. Las camareras con guantes blancos.
Llamamos al timbre, dejamos nuestros abrigos en la entrada, y pasamos al recibidor, dónde la E. nos dió la bienvenida.
Para una recién estrenada en estos asuntos, es curioso cómo la atmósfera cambia completamente cuando te das cuenta de que todo está regido por un estricto protocolo.
Eres consciente de lo adecuado o no de tu vestuario. Sientes la mirada de curiosidad de los ya presentes, acomodados en los sofás, copa en mano. Sientes fuego por dentro cuando al saludar, notas que el interlocutor te da la mano, pero tú has hecho la intención de darle dos besos en la mejilla. Cada pocos minutos, miras tus piernas, tus brazos y tus manos para comprobar que están adecuadamente colocados. Y miras a los demás, para ver cómo lo hacen ellos. ¿Y cómo coger la bebidas, los aperitivos, dónde poner la pequeña servilleta de lino?
He recibido una educación suficientemente buena como para poder lidiar con todo esto de forma natural. Pero es cambiar de atmósfera, y paso a la consciencia absoluta de mi respiración y de mis movimientos.
Y todo se complica más aún.
Tienes que encontrar temas de conversación con personas a las que no conoces de nada, y que, la mayor parte de las veces, son de otra generación. Los silencios se hacen gritos. Y cuándo estás a punto de romperlo, porque la incomodidad es superior a tus fuerzas, la E. saca un nuevo tema de conversación. Impresionante, eso es arte.
Siempre es más fácil en petit comité, bis a bis encuentras más temas de los que hablar: ¿a qué te dedicas?, ¿qué piensas del país?, ¿cuánto tiempo os quedaréis?..., ya se sobreentiende que no se puede hablar de política, religión o sexo, o sea, como dicen algunos en clave de humor, "de nada". "Mejor para mí"-pienso- porque hace falta mucha cultura para poder tener una conversación mínimamente interesante con un señor que te dobla la edad y la experiencia.
Por suerte y poco azar, tuve a mi lado al Consejero de Turismo tanto en el salón como en la cena. Un hombre simpatiquísimo que me ayudó a desenvolverme con más o menos dignidad durante toda la noche. Llegó incluso a servirme el pescado cuando fuí incapaz de hacerlo por mí misma. La E., sentada a mi derecha y presidiendo la mesa, y el resto de comensales tenían los ojos puestos en mí, puesto que se trataba del primer plato y yo era la primera que debía servirse. Varias posturas de escorzo más tarde sin ningún éxito, mi angel de la guarda, el C.T me rescató del desastre. Estoy segura de que más de uno se relajó, porque nadie podía superar mi falta de habilidad para cortar un sencillo pudding de pescado. Ni que decir tiene que fue el momento más angustiante de la velada.
En fin, hasta las ausencias están medidas, los discursos preparados. Aunque yo me emocioné por unas cariñosas palabras que tuvo la E. hacia Luis y a mí. Porque independientemente de la profesionalidad con que hizo el brindis, siento que la E. nos desea lo mejor. Siempre me ha recibido con muchísimo cariño y se ha ofrecido para ayudarme a convertirme en algo que no sé si seré jamás: una buena anfitriona. Impresionante, eso es arte.
La cena terminó relajada y agradable, tomamos café (me pregunté en ese momento si sería descafeinado) y té en el salón, y al cabo de un rato nos fuimos todos a dormir.
Hoy: Fiesta Nacional
Ayer fue mi primera cena oficial en la Residencia de la Embajadora.
El motivo de la cena fue invitar a los diferentes consejeros que se habían desplazado a Liubliana para conmemorar la Fiesta Nacional.
El Consejero de Defensa, el Consejero Comercial, el Consejero de Turismo, otros dos Consejeros sin "denominación", y el agregado de interior fueron convidados a una cena en la Residencia. Falló uno de los conyúges, por lo que finalmente éramos un total de once personas.
La Residencia estaba muy bonita. La luz perfecta. Preciosos los centros de flores diseñados por la E. Las camareras con guantes blancos.
Llamamos al timbre, dejamos nuestros abrigos en la entrada, y pasamos al recibidor, dónde la E. nos dió la bienvenida.
Para una recién estrenada en estos asuntos, es curioso cómo la atmósfera cambia completamente cuando te das cuenta de que todo está regido por un estricto protocolo.
Eres consciente de lo adecuado o no de tu vestuario. Sientes la mirada de curiosidad de los ya presentes, acomodados en los sofás, copa en mano. Sientes fuego por dentro cuando al saludar, notas que el interlocutor te da la mano, pero tú has hecho la intención de darle dos besos en la mejilla. Cada pocos minutos, miras tus piernas, tus brazos y tus manos para comprobar que están adecuadamente colocados. Y miras a los demás, para ver cómo lo hacen ellos. ¿Y cómo coger la bebidas, los aperitivos, dónde poner la pequeña servilleta de lino?
He recibido una educación suficientemente buena como para poder lidiar con todo esto de forma natural. Pero es cambiar de atmósfera, y paso a la consciencia absoluta de mi respiración y de mis movimientos.
Y todo se complica más aún.
Tienes que encontrar temas de conversación con personas a las que no conoces de nada, y que, la mayor parte de las veces, son de otra generación. Los silencios se hacen gritos. Y cuándo estás a punto de romperlo, porque la incomodidad es superior a tus fuerzas, la E. saca un nuevo tema de conversación. Impresionante, eso es arte.
Siempre es más fácil en petit comité, bis a bis encuentras más temas de los que hablar: ¿a qué te dedicas?, ¿qué piensas del país?, ¿cuánto tiempo os quedaréis?..., ya se sobreentiende que no se puede hablar de política, religión o sexo, o sea, como dicen algunos en clave de humor, "de nada". "Mejor para mí"-pienso- porque hace falta mucha cultura para poder tener una conversación mínimamente interesante con un señor que te dobla la edad y la experiencia.
Por suerte y poco azar, tuve a mi lado al Consejero de Turismo tanto en el salón como en la cena. Un hombre simpatiquísimo que me ayudó a desenvolverme con más o menos dignidad durante toda la noche. Llegó incluso a servirme el pescado cuando fuí incapaz de hacerlo por mí misma. La E., sentada a mi derecha y presidiendo la mesa, y el resto de comensales tenían los ojos puestos en mí, puesto que se trataba del primer plato y yo era la primera que debía servirse. Varias posturas de escorzo más tarde sin ningún éxito, mi angel de la guarda, el C.T me rescató del desastre. Estoy segura de que más de uno se relajó, porque nadie podía superar mi falta de habilidad para cortar un sencillo pudding de pescado. Ni que decir tiene que fue el momento más angustiante de la velada.
En fin, hasta las ausencias están medidas, los discursos preparados. Aunque yo me emocioné por unas cariñosas palabras que tuvo la E. hacia Luis y a mí. Porque independientemente de la profesionalidad con que hizo el brindis, siento que la E. nos desea lo mejor. Siempre me ha recibido con muchísimo cariño y se ha ofrecido para ayudarme a convertirme en algo que no sé si seré jamás: una buena anfitriona. Impresionante, eso es arte.
La cena terminó relajada y agradable, tomamos café (me pregunté en ese momento si sería descafeinado) y té en el salón, y al cabo de un rato nos fuimos todos a dormir.
Hoy: Fiesta Nacional
lunes, 13 de octubre de 2008
Drinks at Udine
En línea con nuestro propósito de cuidar la línea, y reducir el consumo de bebidas alcóholicas, nos dirigimos a Udine, en Italia.
Pacto: Visitar la ciudad y rebuscar en las tiendas de muebles un marco perfecto para el regalo de la Embajadora.
Una vez allí, agotados de tanto conducir (una hora) y hartos de escuchar el mismo CD de los Chungos, nos convencimos de que nos merecíamos un pequeño tentempié.
Atravesar el mercado con los ojos cerrados fue imposible, y un kilo de queso y de jamón San Danielle más tarde, salimos encantados en busca del "bar" donde tomar el "ligero" aperitivo.
Es imposible encontrar el bar perfecto a la primera, todo el mundo lo sabe, así que tras un par de docenas de bares visitados y varias fotos con la mortadela más grande del mundo, regresamos a Liubliana sin contratiempos (un control de alcoholemia, por ejemplo), sin marco y con aproximadamente dos michelos de más.
Regata diplomática
Tras el cargo de conciencia que supuso para nosotros que nuestra presencia en la regata diplomática oficial se limitase únicamente a tomarnos el copioso desayuno, coger la bolsa de regalos y desaparecer a Trieste; hemos decidido que el año que viene participaremos sin velero y sí con barca de remos; y que dejaremos bien alto el pabellón español.
Convertida en su entrenadora personal, este fin de semana he disfrutado dando órdenes al segundo de la Embajada Española. Tres vueltas al lago Bled portando una pesada carga (o sea, yo), fueron suficientes para comenzar lo que va a llamarse "La Gran Odisea de Luises".
Doy fe del entusiamo y brío con que se tomó la tarea; y para recompensarle, le dejé que me obligara a caminar 1600 metros ida, 1600m vuelta, en la Garganta de Vintgar...
Convertida en su entrenadora personal, este fin de semana he disfrutado dando órdenes al segundo de la Embajada Española. Tres vueltas al lago Bled portando una pesada carga (o sea, yo), fueron suficientes para comenzar lo que va a llamarse "La Gran Odisea de Luises".
Doy fe del entusiamo y brío con que se tomó la tarea; y para recompensarle, le dejé que me obligara a caminar 1600 metros ida, 1600m vuelta, en la Garganta de Vintgar...
Rojo, verde, naranja y amarillo
Eslovenia- Difícil despertar que ha desembocado en marejada fuerte marejada. A lo largo del día, los nubarrones negros que previamente nos habían dejado fuertes lluvias, han dejado paso a un cielo despejado, con temperaturas oscilantes entre los 10 y 25º.
Toda la atención se ha centrado en el noroeste de Liubliana, donde los grandes lagos enmarcados por el Parque Nacional del Triglav, reflejaban los colores de la despedida del verano: amarillo, naranja, verde y rojo; rojo, verde, naranja y amarillo; amarillo, verde, rojo y naranja; y así sucesivas combinaciones de cuatro elementos tomados de cuatro en cuatro. Bled, Bled, Bled, Bled.
El fuerte temporal de la mañana no ha impedido a eslovenos y expatriados olvidar pronto la niebla matinal, y lanzarse a la montaña. La pesca, el senderismo, el remo, y la gastronomía son varios ejemplos de la diversidad del ocio alpino. Ni siquiera la cercana Italia ha logrado con su gran regata en Trieste, alejar a estos grandes deportistas de sus tesoros nacionales.
La garganta Vintgar, sombra del cauce del río Radovna, apenas se ha resentido con el fresco atardecer, y poco a poco ha ido expulsando a sus últimos visitantes..., y en el silencio de la noche, sólamente unos intrépidos patos se han dejado arrastrar con la fría corriente, dispuestos a dormir en su regazo. Los demás hemos vuelto a la pequeña y acogedora Liubliana...
Toda la atención se ha centrado en el noroeste de Liubliana, donde los grandes lagos enmarcados por el Parque Nacional del Triglav, reflejaban los colores de la despedida del verano: amarillo, naranja, verde y rojo; rojo, verde, naranja y amarillo; amarillo, verde, rojo y naranja; y así sucesivas combinaciones de cuatro elementos tomados de cuatro en cuatro. Bled, Bled, Bled, Bled.
El fuerte temporal de la mañana no ha impedido a eslovenos y expatriados olvidar pronto la niebla matinal, y lanzarse a la montaña. La pesca, el senderismo, el remo, y la gastronomía son varios ejemplos de la diversidad del ocio alpino. Ni siquiera la cercana Italia ha logrado con su gran regata en Trieste, alejar a estos grandes deportistas de sus tesoros nacionales.
La garganta Vintgar, sombra del cauce del río Radovna, apenas se ha resentido con el fresco atardecer, y poco a poco ha ido expulsando a sus últimos visitantes..., y en el silencio de la noche, sólamente unos intrépidos patos se han dejado arrastrar con la fría corriente, dispuestos a dormir en su regazo. Los demás hemos vuelto a la pequeña y acogedora Liubliana...
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