miércoles, 15 de octubre de 2008

Primera cena en la Residencia de la Embajadora

El Día de la Hispanidad se celebrará "hoy a las 18:00 horas en el Museo Etnográfico Esloveno", reza la invitación. Una exposición de fotografía organizada por la Embajada de España, la Junta de Andalucía y el Centro Andaluz de Fotografía es el sello, la marca, el branding español.

Ayer fue mi primera cena oficial en la Residencia de la Embajadora.

El motivo de la cena fue invitar a los diferentes consejeros que se habían desplazado a Liubliana para conmemorar la Fiesta Nacional.

El Consejero de Defensa, el Consejero Comercial, el Consejero de Turismo, otros dos Consejeros sin "denominación", y el agregado de interior fueron convidados a una cena en la Residencia. Falló uno de los conyúges, por lo que finalmente éramos un total de once personas.

La Residencia estaba muy bonita. La luz perfecta. Preciosos los centros de flores diseñados por la E. Las camareras con guantes blancos.

Llamamos al timbre, dejamos nuestros abrigos en la entrada, y pasamos al recibidor, dónde la E. nos dió la bienvenida.

Para una recién estrenada en estos asuntos, es curioso cómo la atmósfera cambia completamente cuando te das cuenta de que todo está regido por un estricto protocolo.

Eres consciente de lo adecuado o no de tu vestuario. Sientes la mirada de curiosidad de los ya presentes, acomodados en los sofás, copa en mano. Sientes fuego por dentro cuando al saludar, notas que el interlocutor te da la mano, pero tú has hecho la intención de darle dos besos en la mejilla. Cada pocos minutos, miras tus piernas, tus brazos y tus manos para comprobar que están adecuadamente colocados. Y miras a los demás, para ver cómo lo hacen ellos. ¿Y cómo coger la bebidas, los aperitivos, dónde poner la pequeña servilleta de lino?

He recibido una educación suficientemente buena como para poder lidiar con todo esto de forma natural. Pero es cambiar de atmósfera, y paso a la consciencia absoluta de mi respiración y de mis movimientos.

Y todo se complica más aún.

Tienes que encontrar temas de conversación con personas a las que no conoces de nada, y que, la mayor parte de las veces, son de otra generación. Los silencios se hacen gritos. Y cuándo estás a punto de romperlo, porque la incomodidad es superior a tus fuerzas, la E. saca un nuevo tema de conversación. Impresionante, eso es arte.

Siempre es más fácil en petit comité, bis a bis encuentras más temas de los que hablar: ¿a qué te dedicas?, ¿qué piensas del país?, ¿cuánto tiempo os quedaréis?..., ya se sobreentiende que no se puede hablar de política, religión o sexo, o sea, como dicen algunos en clave de humor, "de nada". "Mejor para mí"-pienso- porque hace falta mucha cultura para poder tener una conversación mínimamente interesante con un señor que te dobla la edad y la experiencia.

Por suerte y poco azar, tuve a mi lado al Consejero de Turismo tanto en el salón como en la cena. Un hombre simpatiquísimo que me ayudó a desenvolverme con más o menos dignidad durante toda la noche. Llegó incluso a servirme el pescado cuando fuí incapaz de hacerlo por mí misma. La E., sentada a mi derecha y presidiendo la mesa, y el resto de comensales tenían los ojos puestos en mí, puesto que se trataba del primer plato y yo era la primera que debía servirse. Varias posturas de escorzo más tarde sin ningún éxito, mi angel de la guarda, el C.T me rescató del desastre. Estoy segura de que más de uno se relajó, porque nadie podía superar mi falta de habilidad para cortar un sencillo pudding de pescado. Ni que decir tiene que fue el momento más angustiante de la velada.

En fin, hasta las ausencias están medidas, los discursos preparados. Aunque yo me emocioné por unas cariñosas palabras que tuvo la E. hacia Luis y a mí. Porque independientemente de la profesionalidad con que hizo el brindis, siento que la E. nos desea lo mejor. Siempre me ha recibido con muchísimo cariño y se ha ofrecido para ayudarme a convertirme en algo que no sé si seré jamás: una buena anfitriona. Impresionante, eso es arte.

La cena terminó relajada y agradable, tomamos café (me pregunté en ese momento si sería descafeinado) y té en el salón, y al cabo de un rato nos fuimos todos a dormir.

Hoy: Fiesta Nacional

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