martes, 6 de octubre de 2009

Cuotas y paridades

Antes de empezar esta entrada en el blog, quiero dejar claro que estoy en contra de cualquier tipo de cuota que fije, a modo de decretazo, cualquier orden en la vida. A pesar de ello, hago una clara excepción a la regla con aquellos que desafortunadamente sufren una minusvalía del tipo que sea, que les hace competir en condiciones de partida claramente inferiores a los demás.

¿Vivimos en una sociedad machista?

Durante años y años he visto cómo mi hermano era capaz de repetir tres, cuatro o las veces que hiciera falta el primer, segundo y tercer plato con tal de no levantarse de la mesa y llevar los platos a la cocina, sin que mis padres se dieran cuenta de su infalible estrategia (¿o sí?). Pero una prueba de que las cosas están cambiando, es que mi hermano, desde que se ha casado, echa una mano en todas las tareas del hogar, reconducido por su mujer, Paula, a la senda de la igualdad.

Para no ser injustos con él, he de decir que cuando a mi padre le daba por hacer bricolaje en casa, al único que llamaba para que le trajese el martillo, le sujetara la escalera, le buscara una tuerca de rosca y fuera varias veces al garaje a localizar el destornillador correcto, era a Jose Luis. Pero una prueba de que las cosas están cambiando, es que a mi marido le horroriza el bricolaje y si necesito colgar un cuadro, atornillar un armario o arreglar un enchufe, a mí sólo se me ocurre gritar: “¡¡¡Jose Luis!!!”.

En fin, que no todos valemos para todo.

¿Y por qué hablo hoy de esto?

Este fin de semana tuvimos una cena en casa de la Embajadora, con varios amigos. Sin entrar en nombres, y hablando del mundo diplomático, alguna mujer presente estaba a favor de las cuotas en favor de las mujeres, defendiendo que el número de embajadores y embajadoras debería de ser el mismo, aunque haya de imponerse a modo de cuota.

A raíz de esto comenzó una discusión salvaje que duró hasta bien entrada la madrugada. Tan interesante estaba, que yo, que siempre me acuesto a las diez de la noche quejándome de lo pesada que me siento, seguía excitadísima a las tres de la mañana y no hubo quien me pusiera a dormir.

Los opositores a diplomático son mayoritariamente hombres, por las razones que sea (y que muchos intuimos). Y aunque el número de mujeres que se presentan a dicha oposición es cada vez mayor, la realidad es que el porcentaje de mujeres es minoritario, por el momento.

¿Tiene sentido que haya el mismo número de Embajadores que de Embajadoras? La respuesta es no.

Y si imponemos una cuota que iguale el número de ambos, cometeremos un grave error, porque se terminarán promocionando a mujeres sin experiencia o demasiado jóvenes para un cargo de tal responsabilidad. Y será injusto con los hombres, así de sencillo.

En el caso de que esa cuota existiese, deberíamos aplicarla entonces en el resto de campos donde el hombre tiene paulatinamente una presencia menor, como por ejemplo, Judicaturas.

He tenido la suerte, gracias a la lucha de muchas mujeres muy valiosas, de poder acceder a la Universidad sin discriminación alguna (salvo por la nota media), donde no recuerdo que hubiese muchos más hombres que mujeres.

Aunque todo depende de qué tipo de título universitario estemos hablando. Una estadística elaborada por el INE en mayo de este año deja claro que nuestras preferencias en cuanto a estudios no son siempre parecidas, habiendo muchos más varones que mujeres matriculados en arquitectura e ingenierías técnicas, y en cambio, muchas más mujeres que hombres matriculadas en ciencias de la salud o en humanidades y ciencias sociales.

Mientras todos dispongamos de partida de las mismas oportunidades en materia de Educación, la discriminación no tiene cabida. Y hoy por hoy, las tenemos.

¿Existe discriminación, entonces?
Sí.

Cuando accedí al mercado laboral no pude apreciar si cobraba más o menos que mis compañeros o compañeras, hasta que logré un puesto de Director Financiero, y tuve acceso a todas las nóminas, sistemas de retribución variable y bonus dentro de la empresa. Y de nuevo, de pon pin porrazo, me encontré con grandes diferencias entre hombres y mujeres. Todos los directivos varones tenían coche de empresa, y sin embargo, las mujeres no. Y los sueldos eran considerablemente más altos en los hombres que en las mujeres en puestos de igual responsabilidad. Eso es discriminación.

Pero hablamos de empresas privadas. ¿Puede realmente un Estado intervenir y decidir cuánto deben pagar estas compañías a sus empleados? En mi opinión, no, no puede. El Estado sólo puede igualar los sueldos en los puestos públicos de idéntica categoría para hombre y mujeres (y demás criterios discriminatorios, claro, raza, origen, religión etc...)

El tema de la igualdad de sueldos (y demás complementos, no siempre monetarios) en el sector privado me temo que es una lucha individual en la que somos nosotras las que tenemos que valorarnos y exigir lo que nos merecemos.

Una vez dicho esto, que no estoy a favor de las cuotas ni de que el Estado intervenga en el sector privado, nos encontramos una situación en la que la mujer claramente parte de una situación desventajosa: la familia. La conciliación familiar y laboral.

Otra de las personas presentes en la cena argumentó que el modelo de sociedad ha cambiado, así como el esquema de valores. La familia, que ha sido desde los orígenes de los tiempos la base de la sociedad y de la economía de un país, ha sido relegada a un segundo plano. El número medio de hijos en España es de 1,3, y el número de divorcios crece sin fin. Nos echamos las manos a la cabeza cuando vemos a España en “la cola” en materia de Educación, mientras nuestros hijos (yo todavía no tengo, pero puedo observarlo) son educados por asistentas por horas, absorbidos por la basura de la televisión, influidos por la incontrolable perversión de internet, y sometidos a la disciplina de la cesión continua por parte de unos padres que se sienten culpables porque saben que, claramente, lo están haciendo mal. ¿Es culpa de ellos? No.

Ahora mismo, muy pocas familias pueden permitirse el lujo de vivir con un único sueldo.

Lo ideal sería, primero y fundamental, que volvamos a un sistema de valores tradicionales, donde la familia tenga la importancia que debe de tener.
Y una vez asimilado por todos que la familia es un objetivo prioritario: acortar unos horarios laborables eternos, alargar el permiso por maternidad y paternidad (hasta 1-2 años, alternando entre el padre y la madre durante periodos breves de tiempo 3-4 meses), guarderías en las propias oficinas, introducir la posibilidad de la jornada partida o reducida(desde 3-4 años hasta 16 años), de forma que se pueda recoger a los hijos del colegio y pasar la tarde con ellos; introducir cursos de formación y actualización durante esos permisos de maternidad y paternidad, para evitar ese temido adiós a nuestro status e incluso a nuestro puesto de trabajo. Canalizar incentivos de forma que las empresas privadas sean las primeras interesadas en aplicar dichas medidas. Son sólo algunas sugerencias, de las que mucho se habla, pero que poco se aplican.

Abramos las puertas que hay que abrir, y olvidémonos de cuotas o paridades.

¡Toma ladrillo!

viernes, 25 de septiembre de 2009

Por dónde empezar de nuevo...

Hace mucho que no escribo en el blog.

Digamos que de los cinco meses y medio de embarazo, he estado cuatro descompuesta. Sólo he podido concentrarme en todos los cambios que experimentaba mi cuerpo, y en desgraciadamente, algunos de los síntomas.

Pero ya, por fin, es niña, y Margarita Alejandra o Alejandra Margarita se limita a darme pataditas, y a provocarme un hambre feroz. Sin justificación, según mi ginecólogo. “La niña pesa 400 gr y tú has ganado seis kilos. ¿Dónde está el resto?”. (Yo lo vi claro en seguida, en mis muslos, pero es un tema que me traumatiza desde niña, así que puse cara de culpabilidad y listo).

¿Qué he hecho mientras tanto?

Hablar del embarazo, y eso que yo era de esas que de soltera me prometí a mí misma no hacerlo en caso de que se diera la ocasión. Luis se ha dedicado a soñar con la niña día y noche, y ya tiene decidido cuál será su armario de temporada y por supuesto, que será católica y de derechas. Pero principalmente, católica, y a poder ser: monja. Yo no soy tan entusiasta de la idea, y menos ahora que le hemos encontrado un pretendiente en Portugal, Nunito. Pero todo estará en manos de Dios, y principalmente, en manos de Margarita Alejandra o Alejandra Margarita, que si sale a los padres, hará lo que le parezca más conveniente (y sin consultarnos, me temo). Lo peor sería que fuese atea y de izquierdas, pero su padre ha decidido que en ese caso la deshereda y punto.

Margarita Alejandra o Alejandra Margarita no ha nacido todavía y ya ha tenido dos ofertas televisivas. La primera tuvo lugar en Atenas (sí, ésta niña está muy viajada, en sus cinco meses de vida ha estado en varias ciudades de España, en Portugal, en Grecia, Eslovenia, Italia y anticipo, Austria, a donde vamos mañana). Pero a lo nuestro. Estaban rodando una peli en el centro de Atenas, en plena calle, cuando el director nos dijo que si no nos importaba participar en una de las secuencias, que éramos perfectos, su ideal de pareja mediterránea. ¡Pero nos íbamos en 30 minutos al avión! El debut hubo de esperar. La segunda oferta viene de la mano de su padre. Luis va a participar en andaluces por el mundo (si es que no se arrepiente antes, que ya está horrorizado con la idea), e igual salimos de refilón.

Me preocupa un poco que quiera ser actriz.

No hay ningún actor o actriz español al que no haya visto sus partes íntimas. No hay ninguna película española en la que no aparezca un desnudo, una escena de sexo, un travesti, algún maltrato y una escena de drogadictos o borrachos. Ah, y tampoco ninguna en la que no se diga ningún taco.

Hace poco fui con mi amiga Cutu a los cines Renoir, salas alternativas, de cine de autor, en versión original, y corroboré mis teorías.

Entramos de lleno en ese maravilloso mundo subvencionado del cine español, que últimamente nos deleita con perlas como “El mapa de los sonidos de Tokio”, de Isabel Coixet, película que tuve la desgracia de ver y pagar.

Los trailers previos:

1. “After”: Tristán Ulloa, Willy Toledo y Blanca Romero. Blanca Romero extasiada y desnuda, liándose con todo el que se mueve en un estado de alucinación febril provocado por las drogas.
2. “Gordos: No se qué les pasa a los gorditos en esta película, pero en el trailer vemos claramente como dos señores con más que sobrepeso mantienen relaciones sexuales. Y salen mujeres embarazadas como gordas. Sin palabras.
3. Una francesa cuyo título no recuerdo, pero cuya sinopsis no olvidaré: mujer de cincuenta años decide empezar a pagar por mantener relaciones con hombres más jóvenes.

Reconozco que el aperitivo cinematográfico no daba muchas esperanzas, pero en ese momento pensé que no podía ser peor.

Oye, y sí, pudo ser peor.

La película cuenta con un título muy poético, “El mapa de los sonidos de Tokio”, pero no cuenta, sin embargo, con historia alguna. Isabel Coixet se permite el lujo de pensar que su inocente público se alegra de ver que, de los 149 minutos que tiene la película, 75 se resumen en una pareja de lo más desagradable que se dedica al sexo desenfrenado en un “hotel del amor” en el centro de Tokio, en una habitación que simula un vagón de tren con vistas a París. Eso sí, los sonidos fenomenal, se escucha con una claridad meridiana cómo sorben sus noodles, como degustan el vino (y otras partes de su cuerpo) y otros sonidos varios muy convincentes. Una decepción después de ver Elegy.

No, no me gustaría que fuese actriz. Y menos aún, que trabajase con Almodovar.
A su padre le daría un patatús.

sábado, 2 de mayo de 2009

La leyenda del Baron Erazem Lueger

Existe en Eslovenia un impresionante castillo de piedra levantado en la boca de una cueva que, además de desafiar a un precipicio de nada menos que 127 metros, cuenta con una leyenda propia. Estoy hablando del castillo de Predjama y de la leyenda del Barón Erasmus Lueger, dueño de este magnífico castillo en el año 1483.

El Barón Erasmus Lueger era un varón de armas tomar. Por lo que he leído sobre él me lo imagino como un hombre atractivo, de fuerte temperamento y muy fiel en cuanto a amistades se refiere. Aunque no se menciona nada sobre su vida amorosa, el Barón que tengo en mente fue mujeriego, pero no enamoradizo. Un topillo de la montaña (en este caso del castillo). Más interesado en las hazañas bélicas que en los lances del amor, el Barón vivió un dilema político, puesto que tuvo que elegir entre dos grandes reyes: Matías Corvino, rey de Hungría y el Emperador austríaco Federico III.



Como haría cualquier investigador que se precie, me he desplazado este fin de semana a ver el castillo. Este cuadro cuelga en sus paredes, pero no pone quién es. Dicen que se trata del Barón. Desde luego me hubiera gustado que fuese más guapo, pero al menos le gustaban los perros.

A pesar de ser Federico III (el austríaco) quien le regaló el castillo, nuestro caballero apoyó a Matías Corvino (el húngaro) en su ataque a Trieste, lo que evidentemente disgustó al emperador Federico (y con razón). El caso es que el emperador empezó a cogerle manía.

Y en esas estábamos, cuando, un día en la Corte, un tal Mariscal Pappenheim comenzó a desacreditar a un caballero amigo de nuestro héroe, Andreas Baumkirchener, que había caído en desgracia (otro que tal) ante el emperador Federico, y que por estar en esos momentos en la cárcel, no estaba presente para defenderse por sí mismo. Como nuestro protagonista no era precisamente un hombre de sangre fría, y porque en esa época las cosas se solucionaban así, ni corto ni perezoso, el Barón Erasmus Lueger lo mató.

La mala suerte fue que el Mariscal en cuestión era un pariente del Emperador austríaco Federico III, que ya harto de la provocación persistente del Barón, aprovechó el calentón para sentenciarlo a muerte.

Erasmus Lueger fue encarcelado y ajusticiado.

Mientras esperaba su tenebroso fin en un oscuro calabozo, un fiel amigo planeaba meticulosamente su huida. No dispongo de los detalles ni he podido confirmar con fuentes fiables si su amigo sobornó al carcelero en plena noche, entró sigilosamente en la celda, despertó a su amigo al tiempo que le tapaba la boca con la mano para evitar que éste hiciera ruido en su sobresalto; y tampoco si huyeron ambos con ropajes sin encajes ni florituras para así ser confundidos con hombres corrientes, y no con unos caballeros otrora valientes en batalla y reconocidos en la Corte.

El caso es que fuere como fuere, Erasmus huyó junto a sus fieles amigos y se refugió en el castillo de Predjama, el único que no estaba custodiado por los soldados del emperador.

Y aquí comienza la leyenda de nuestro héroe. Según Valvazor, la leyenda cuenta que Erasmus se disfrazaba como un simple campesino y salía por una de las múltiples salidas secretas que tenía el castillo (el castillo estaba adherido a una roca que era un queso gruyere de cuevas y túneles) para robar a ricos, terratenientes y nobles, y posteriormente entregar su botín a los más desafortunados. Sí, así es, nuestro Barón fue el Robin Hood Esloveno. (Nuestro antes noble y terrateniente se pasa al otro bando cuando ya no le queda nada de nada. No sabemos nada de sus obras benéficas durante su época boyante).

A pesar de sus supuestas buenas obras (quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón), el destino es el destino, y el emperador austríaco Federico III no descansó hasta encontrarle, Encargando al Señor de Trieste buscarlo en todos los rincones y ejecutar la sentencia que en su momento impuso.

El triestino finalmente lo encontró. Se cuenta por ahí que fue realmente el Barón quién se divertía retándolo, hasta que en uno de los encontronazos, el Señor lo siguió hasta el castillo.

Pero eso era lo de menos. Ya lo tenía. Por fin. Decidió asediar el castillo y dejarlos sin agua y comida hasta que todos sus moradores, incluido el barón, saliesen al exterior desesperados por la falta de alimento.

Pero el tiempo pasaba y pasaba, y ahí nadie se rendía. Nadie salía pidiendo ayuda. Nadie ondeaba la bandera blanca. Cuantos más meses transcurrían, más se desesperaba el Señor de Trieste (y cualquiera que conozca esta ciudad sabe que uno la echaría de menos, y si no, que le pregunten a Luis). Comenzó a pensar que el Barón tenía cierto pacto con el diablo, que hacía malas artes (y no iba mal encaminado, todos sabemos que estaba incumpliendo uno de los mandamientos fundamentales de la ley de Dios).

Lo cierto es que el barón salía por las cuevas junto con sus fieles y leales amigos para buscar todo aquello que necesitaban y que no podían encontrar dentro de sus seguros muros. Se divertía torturando a nuestro paciente (no por mucho tiempo) Señor de Trieste, al que envío, en el colmo de la chulería, un pavo asado y cerezas frescas que nunca hubiesen podido crecer dentro del castillo.

La situación se prolongó durante más de un año, hasta que uno de los sirvientes (que claramente no debía de estar bien pagado), le descubrió.

Una noche, cuando nuestro Barón se encontraba donde nadie podía reemplazarle, el maligno sirviente iluminó con una antorcha el lugar y el Señor de Trieste ordenó disparar unas balas de cañón hechas en piedra y del tamaño de un balón de fútbol.

Acertó.

Nuestro Barón murió.

miércoles, 15 de abril de 2009

Una historia de terror...

A Luis y a mí nos encanta perdernos. En coche. Salimos de excursión con los mapas bajo el brazo, pero en el momento en que vemos una carretera comarcal sin señalizar, Luis da un volantazo y conduce sin miedo entre pinos y más pinos. Bajamos las ventanillas y nos quedamos embobados con los paisajes nevados del invierno, con la explosión de flores en primavera, con los colores del otoño. Olemos el campo. Eslovenia está llena de bosques, de montañas, de llanuras, de lagos.

Eslovenia es un país donde da gusto perderse.

Pero hoy he leído un artículo que me ha dejado de piedra. “The Eslovenia Times” (tal cual), robado a última hora de un mostrador del aeropuerto de Liubliana en mi camino a Praga, me desvelaba que se ha encontrado en una antigua mina llamada “Huda Jama” (cueva mala) una fosa común con más de trescientos muertos, y parece ser que esa cifra es sólo el principio…

La cara terrorífica de esos bosques, montañas, llanuras y lagos son las más de seiscientas fosas secretas que existen repartidas por todo el territorio esloveno. Estos bosques esconden oscuros secretos. Callan gritos de terror y de angustia. Fosas sin descubrir. Fosas descubiertas.

Se me han puesto los pelos de punta. Me voy a pensar muy mucho irme de camping en Eslovenia. Tampoco es que Luis sea un boy scout, pero tenemos algún amigo (que por desgracia se marchará pronto) que organiza miles de excursiones por estos montes perdidos. Y Luis no se quiere perder una. Menudo miedo pasar una noche a la intemperie. Veo a los fantasmas entrando en mi tienda o en mis sueños. No quiero trivializar el tema, pero me he dado miedo a mí misma escribiendo el último párrafo…

Sigo leyendo y resumo.

Una comisión de investigación se dedica a buscar a las más de trescientas mil personas que se estiman fueron ejecutadas en Yugoslavia desde mayo hasta junio de 1945, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, bajo las órdenes de Tito, líder comunista y Presidente de la antigua Yugoslavia.

Una purga que se llevó por delante a civiles, supuestos colaboradores del fascismo, y principalmente a ex combatientes filo fascistas de origen croata y esloveno que trataron de huir de la victoriosa guerrilla antifascista. En las fosas se han encontrado centenares de botas pertenecientes a estos soldados, que fueron a entregarse a las fuerzas aliadas estacionadas en la vecina Austria (buscando la protección de los británicos), las cuales les obligaron a regresar a la entonces Yugoslavia donde cayeron prisioneros de guerra de las fuerzas comunistas. Cavaron sus propias tumbas. Muchos fueron enterrados vivos. Muchos gaseados. Aterrador.

Y hay cientos. ¿Podré pasear de nuevo sin mirar al suelo, sin buscar un indicio, sin pensar que ese preciso lugar que piso pudo ser el lugar donde se produjo un asesinato a sangre fría? Con lo fantasiosa que soy, dudo que sea capaz de olvidarme. En uno de nuestros hikings encontramos un cementerio lleno de tumbas cuyas inscripciones rezaban: Unbekannter (desconocido). ¿Será uno de ellos?

Continúo con el artículo.

La fosa mencionada no es la primera, ni será la última.

La fosa común más grande de Europa fue encontrada en el norte de Eslovenia, junto a la frontera austríaca, en un bosque cercano a un pueblo llamado Tezno. Una enorme fosa común de tres kilómetros con más de quince mil personas en su interior. La dificultad para identificarlos es obvia.

Es una tragedia nacional.

Lo más increíble es que nadie ha pagado por estos asesinatos. La mayoría de los culpables han muerto o han sido absueltos por falta de pruebas o evidencias. Es un tema muy sensible aquí. No se habla de ello.

Pero sus voces vuelven como un eco que recuerda que ha de hacerse justicia. Aunque para algunos lo más fácil sea taparse los oídos y vendarse los ojos. Y hacer un monumento.

miércoles, 8 de abril de 2009

De profesión....

Hace un par de semanas quedé a comer con una de mis “tres” amigas en Liubliana: Lisa.

Lisa, “molto carina”, como dice ella siempre de mí.

Lisa es un terremoto, una mujer llena de vitalidad, positiva y alegre, pero al mismo tiempo frágil y cariñosa. Es escritora.

Desgraciadamente no he podido leer ninguno de sus libros. Lo he intentado, pero no hablo italiano. “Allora”, sí entiendo la portada de su primer libro, “Confesiones de una aspirante a madre”, y sí entiendo lo que ella me cuenta. Su libro habla de mujeres, de ella misma, de carcajadas de dolor, de injusticias divinas, y de humanidad.

Su frase que hecho mía: “Mi única perversión es la monogamia”. Me fascina.

Pero volvamos a lo nuestro, a la comida.

Lisa conoce al menos a la mitad de los habitantes de Liubliana, y todos sus conocidos se concentran a comer en el mismo restaurante, Plato. Plato tiene dos plantas: una gran heladería en el piso de abajo y un moderno restaurante en el piso de arriba.

Siempre que llegamos, Lisa reparte besos y sonrisas al menos a una docena de personas. Todas ellas me miran inquisitivamente. De esa docena de personas, tres o cuatro se sientan en nuestra mesa. Yo hago gala de toda la simpatía de la que soy capaz, y les pregunto a qué se dedican. Las respuestas no se hacen esperar.

Sofía, italiana, rubia, habla con mucha seguridad en un perfecto inglés. Me cuenta que ella toca el arpa (¡el arpa!) en la orquesta de Liubliana y hace colaboraciones esporádicas con conocidos músicos como Jordi Savall, al que tuve la oportunidad de conocer en persona en uno de los conciertos promocionados por la Embajada española. También es licenciada en Literatura, pero no se dedica a ello profesionalmente. ¡Ole curriculum!

Almina, eslovena, morena, discreta, nos cuenta que está muy contenta porque esa misma semana se iba a Tokio (sí, sí, Japón) a presentar su última colección de ropa. Porque, tal como puntualiza Lisa, Almina es “fashion designer”. Tiene una tienda en el centro de Liubliana, y tengo que decir, que la ropa es de lo mejor que se ve por aquí. Buenas calidades y modernos diseños.

La tercera (no me acuerdo del nombre, qué desastre soy) es actriz. Es eslovena, morena, altísima y delgadísima. Se da un estilo a Kristin Scott Thomas. Ahora-nos cuenta-está trabajando en una obra de teatro a la que nos invita a ir. Yo no puedo porque no hablo esloveno, pero entonces me sugiere que vayamos todas juntas al musical de su marido (actor y cantante, entiendo).

Me gustan. Todas con carácter. Todas distintas. Todas nuevas.

Todas con profesiones que implican una vocación clara. Una pasión visceral. Un toque bohemio. Un estilo propio.

El momento en el que ellas, muy educadamente, me preguntaban por mi profesión, tenía que llegar.

Me quedo pensando. ¿Les digo que soy la responsable financiera de una compañía de telecomunicaciones? Qué poco glamuroso. Qué poco bohemio. Qué sosería. Qué rollazo. No puedo mentir, va contra mis principios. Y lo cuento. Gracias a Dios, creo que no se enteraron muy bien de a qué me dedicaba en concreto.

Vuelvo a casa en bici, y mientras pedaleo pienso….¿y si a partir de ahora soy….¡ “blogger”!?

Mucho más “in”.

Sí.

Eso seré yo a partir de ahora.

Aquí.

En Liubliana.

Blogger...

lunes, 16 de marzo de 2009

Padua

Luis quiere conocer el norte de Italia, Austria, Hungría y lo que pueda de Croacia durante lo que dure este puesto, es decir, hasta junio del año que viene. Esta vez tocó Padua (aeropuerto, Venecia).

Es difícil recomendar un sitio para dormir. Tras un rastreo rápido nos alojamos en el Grand Hotel d’ Italia, muy recomendado en las distintas web por su cercanía al cogollo de la ciudad. Resultó que además de eso, estaba convenientemente situado al lado de la estación de tren, lo que suponía tener un billete premiado para un atraco nocturno. No lo recomiendo por muy simpático que haya sido el personal.

Padua es una ciudad muy bonita de estilo veneciano, que por desgracia fue intensamente bombardeada por los americanos durante la segunda guerra mundial, destrozando edificios como la Iglesia de los Eremitas, restaurada en la actualidad, y en cuyo interior hacía un frío que te pelas.

En las cercanías de esta iglesia se encuentra el mayor tesoro de Padua, la Capilla de los Scrovegni, que alberga uno de los trabajos más espectaculares de Giotto.
Fue erigida a principios del siglo XIV por orden de Enrico Scrovegni, que pretendía así expiar los pecados de su padre, conocido usurero.

Dentro de la capilla, el intenso color azul de la cúpula y los maravillosos frescos nos dejaron sin aliento. Me pareció espectacular la pintura del juicio final, donde nuestro prestamista es supuestamente perdonado gracias a esta obra de arte. A la derecha de la pintura, el infierno. Allí me pareció entrever, quemándose en las llamas, a un antepasado de uno de mis compañeros de trabajo, un comercial, JLM, que en su corta vida ha cometido ya suficientes pecados (de los que yo haya sido testigo destacaría la codicia y la mentira como los dos más recurrentes) como para tener que construir a cambio de su perdón una tonelada de complejos religiosos.

Interior de la capilla, juicio final al fondo

No podemos olvidarnos de la Iglesia de San Antonio, iglesia franciscana de transición entre el románico y el gótico. Su exterior está rodeado de pequeños tenderetes dónde se venden todo tipo de velas de diferentes formas y tamaños con los que pedir al Santo lo que más te falte.

Nosotros decidimos comprar unas cuantas velas para pedir algunas cosillas personales, y para rogar por un novio para una amiga nuestra, muy querida. Su vela, alta y fina, como yo pienso que le gustaría el macizo: alto y delgado.

Para nuestra contrariedad resultó que no dejaban encender las velas en el templo, obligándote a dejarlas en una triste caja de cartón junto al sepulcro. Lo más auténtico: los fieles al Santo.


Como detalle siniestro, en la misma Iglesia se encuentran varias reliquias de San Antonio, entre ellas, la lengua y su estupenda mandíbula.


San Antonio. Los helados italianos están buenísimos. Nos tomamos unos cientos...

Como siempre, Luis y yo necesitamos comer cada cuatro horas. Si no, estamos de mal humor. Recomendamos un restaurante en la Plaza del Prato Della Valle: Trattoria Al Prato, un negocio familiar de atención muy personal. Tiene una terraza muy agradable con vistas a la plaza, cubierta en invierno (¿descubierta en verano?), y con un pasta con frutos del mar riquísima.

Prato della Valle - vista desde el restaurante ¡Olé!

Hay varios bares interesantes para tomar una tapa y un vino, pero es una información que no voy a revelar, pues Luis necesita, como sabemos los que le conocemos, arrastrar a sus amigos sin que sepan qué va a ser lo siguiente que van a ver, comer o beber.


Yo muy "contenta" a la salida de un bar, tras tomar unos vinitos y un kilo de mortadela.

La ciudad estaba animadísima mañana, tarde y noche (no al mediodía curiosamente). Italianos everywhere, tomando café por la mañana, saboreando deliciosos sandwichitos en el aperitivo, o paladeando un vino al atardecer en los distintos baretines de la Piazza della Frutta y la Piazza delle Erbe, llenos de puestos de fruta y de flores, como bien indica su nombre.




En fin, un fin de semana muy interesante y muy engordante.


martes, 10 de marzo de 2009

Consejos "MUST"

De los treinta a los cuarenta años la mujer entra en su mejor momento. ¿O no?

Fue cumplir treinta años y un mundo lleno de nuevos vocablos irrumpió en mi apacible adolescencia tardía. Las palabras matrimonio, embarazo, hipoteca y cargo de alta dirección pasaron a formar parte habitual del vocabulario de todas las personas que me rodeaban.

Podríamos resumirlo del siguiente modo: una vez cumplidos los treinta años lo lógico es que ya hayan reconocido tus cualidades en el trabajo y te ofrezcan un puesto de responsabilidad que te permita independizarte de tus padres y, por fin, tener una hipoteca a cuarenta años que deje implícito que eres una persona estable y madura para formar una familia.

Es un tema escabroso.

Cuando tú aún estás asimilando que ya no tienes veinte años y que ya no puedes salir de copas hasta las siete de la mañana porque tu cuerpo no aguanta más el trasnochar y el exceso de alcohol en tus venas; el resto ya sabe que tú estás, eres mayor. (Nota de la autora: yo sigo pensando en que soy demasiado joven para todo).

Cada una tiene sus presiones, solamente depende de en qué estado estén tus haberes.

¿Qué ocurre si llegada la treintena todavía no tienes un puesto de alta dirección?

Si no lo tienes todavía, no se te ocurra anunciar que te vas a casar o que quieres tener un hijo. Hundirías tu carrera profesional.
Si mi jefe fuese el director financiero (que no lo es porque por el momento y no por mucho tiempo soy yo) se hubiera dado cuenta de cómo sube el tramo del seguro médico de los 25-40 años si eres mujer. Los del seguro ya saben que te vas a pasar más tiempo de baja por maternidad que trabajando.

Consejo MUST: decir que estás abierta a todas las oportunidades que te vaya ofreciendo la vida, pero que en estos momentos estás centrada en tu profesión y en llegar a lo más alto (dónde se suponga que está eso).

Yo, como hago caso omiso a mis consejos, hace un mes, a la pregunta directa de mi jefe de si estaba interesada en tener hijos o no, se me ocurrió no mentir y decir que sí. ¿Qué ocurrió? Pues lo que yo llamaría “removing”: una semana más tarde tenía en mi departamento, supuestamente a mi cargo, a un señor veinte años mayor que yo y con veinte años más de experiencia. Todavía me duele la mandíbula del derechazo.

En último caso propongo abrir un puesto en cualquier mercadillo de España. Un programa sobre la crisis en el que varias familias explicaban cómo habían empeorado sus condiciones de vida durante el último año me abrió los ojos a una nueva carrera empresarial. En el caso de una familia gitana el patriarca explicaba a España, mientras se bajaba de su mercedes último modelo y nos enseñaba su casa llena de pantallas de plasma a modo de cuadros, lo mal que lo estaba pasando. Su puesto en el mercadillo que daba 1500€ a la semana(¡6.000€ al mes!¡) había bajado unos cientos de euros su rentabilidad semanal. No me dió la sensación de que este señor pagase impuestos. Pobrecito.

Consejo MUST a la desesperada: Ser empresario. Ser tu propio jefe. Tener un puesto en un mercadillo y evadir impuestos.

En cuanto cumples treinta años te obsesionas con la independencia y por ser propietaria de un pisito en el que sentirte la amita de tu casa. Sumando (letras) y restando (calidad de vida) decidí no meterme en la espiral de compra que te compra y alquilar un piso.

Sin piedad ninguna, sigo ese programa tan educativo que mencionábamos antes. Otra serie de pobres familias endeudadas hasta las cejas. Lloros y lamentos por no llegar a fin de mes para pagar la letra, bien rellena de otros camuflados créditos al consumo (en ninguna de las casas faltaba la pantalla de plasma. A ver si resulta que había una oferta en Carrefour de 2*3 y yo no me he enterado). La culpa de que estas familias tengan el 75% de su renta familiar invertida en un piso y en pantallas de plasma es de los bancos y del gobierno. Las matemáticas no fueron su fuerte.

Consejo MUST: Si eres de los listos que compraste una casa a precio de oro y ahora no sabes cómo pagarla, finánciala con sucesivas apariciones en la TV echando la culpa de tus males a Botín (que también tiene mucha culpa) y a Aznar (porque Zapatero nunca tiene la culpa de nada). Si eres de los tontos que en su momento no compraron una vivienda a millón el metro cuadrado, frótate las manos y espera la caída de las poderosas inmobiliarias, aunque toda la economía española se hunda con ellas.

Más, más: ¿Qué todavía no tienes novio?

Tenemos que conseguir un novio cueste lo que cueste, aunque el suodicho no te guste. Pues no me da la gana.
Para enfrentarse a la caza de esos inocentes que son los hombres has de tener presente que ellos ya saben que tu famoso reloj biológico ha empezado a contar. Lo saben antes que tú. Debe ser una información genética que viaja en las feromonas que emitimos.

Aquí mi consejo es claro: hay que mentir sobre tu edad en las primeras citas. La edad sólo puede ser revelada cuando se tenga claro que el hombre está completamente colgado por ti. Mientras tanto seguiremos ancladas en los veintisiete años. Si nos sentimos culpables, arrepentimiento y confesión.

Este consejo es un MUST (y altamente recomendado si sales con un topillo híbrido).

Cuando por fin te has liado la manta a la cabeza y te has casado, el embarazo es el siguiente paso. Os informo que también podéis quedaros embarazadas estando solteras, por si alguna tenía dudas. Pero casada...ayyy la mamá de una.

Mi madre se llevó una decepción terrible cuando descubrió que no estaba embarazada a la vuelta de nuestro viaje de novios a pesar de haber visto un montón de signos inequívocos de mi supuesto estado de gravidez. Finalmente resultó que había engordado ni se sabe los kilos y encima había dejado a mi pobre progenitora disgustadísima.

No quiero dejar pasar la ocasión para mencionar que todos los meses, nada más abrir la puerta de casa, mi madre me somete a un escrutinio con el fin de ser la primera en anunciar los posibles cambios hormonales propios del estado de buena esperanza.

El anuncio del embarazo de mi cuñada supuso un periodo de tregua que está llegando a su fin. ¡Bienvenido, Álvaro!.

CONSEJO MUST: Anuncia a bombo y platillo que quieres disfrutar de los primeros meses de matrimonio sin añadir nuevos miembros a la plantilla familiar.

La vida en cada ciclo implica muchísimos cambios (sobre todo en los demás).
Cambiemos sólo para mejor y únicamente porque nos apetezca.

viernes, 27 de febrero de 2009

Conejitos de indias

Mi querida amiga, Lisa, italiana, escritora, divertidísima y claramente mi ángel de la guarda en Eslovenia, nos llamó para invitarnos a comer.

No, no, nooooo…replicamos inmediatamente…. veniros a casa a cenar el miércoles. Vais a ser nuestros conejillos de indias. La inocente Lisa cuando se enteró de que cenaríamos pescado y que los conejitos eran ellos se quedó un poco decepcionada: “Oy, io pensavo che conejitos de indias fosse un piatto, una ricetta andalusa!!!”

Qué os voy a decir: otra noche sin dormir. No hay dolor, viva la decoración, ella desviaría la atención del posible desastre culinario. Decidí hacer coincidir el color de los tulipanes bermellones que decoraban el centro de la mesa con el primer y tercer plato.

¿El primer plato? Ensalada de queso de cabra con frutos rojos (frambuesas y pipas de granada) ¿El tercer plato? Pastel de frutos rojos con helado de frambuesa.

Todo muy colorido. Un toque “fashion”. (El jamón del aperitivo también hacía juego, ahora que me doy cuenta)

¿El segundo plato? Lubina al horno sobre una base de patatas, acompañada de múltiples verduras al horno.

Total, estábamos en plan cocinillas cuando me doy cuenta de que son ya las siete y media, y que nuestros invitados estaban al caer. Un grito más tarde “¡Dios mío, es tardísimo!” fui corriendo a ducharme, esperando poder quitarme el olor a cebolla de mis manos y el olor a fritura de pimientos de mi pelo. Para mi disgusto, el olor no se quitó hasta varios días después, o al menos no se quitó de mi pituitaria.

Para cuando salí del baño y volví, se podía jugar al frisbi con mis patatas, que tan esmeradamente había cortado en finas rodajas. Las puse igualmente porque si no desaparecía la mitad del plato, y no era plan. Pero las verduritas prometían. Luis, quién ya era un frito en sí mismo, se había dejado la piel para que estuviesen perfectas. Y en efecto, fueron el éxito de la noche.

Nuestros invitados llegaron guapos y perfumados, y se sentaron a tomar el aperitivo en el salón, mientras Luis y yo llegábamos a la compenetración visual más perfecta que hemos tenido en lo que dura ya nuestro matrimonio. “Vete ya que se queman”, mientras salían lenguas de fuego de sus ojos, fue lo más tranquilizador que emitía mi adorado esposo.

No me pude concentrar en la conversación ni un minuto durante la cena. Sólamente podía pensar en lo duras que estaban las patatas (y sosas); y en la cara de Brane, arquitecto esloveno de gran tamaño, a mi derecha, que miraba desesperado la comida dietética que le habíamos preparado. Una cena ligera sin rastro de colesterol. Para compensar le serví dos raciones de tarta y de helado. Él se dio cuenta de mi preocupación, y me aclaró gentilmente que no me preocupase que él había hecho un “late lunch”. Toma.

A Luis no se le veía tan preocupado. Supongo que fue porque estaba orgullosísimo de sus verduras. Pero si notó que dejamos a nuestros comensales silbando y por ello, al día siguiente, elaboró un menú más adecuado.

Copas en el salón, risas, Brane durmiendo (literalmente) la comilona (no, no puede ser), Michelle hablando de mujeres, Lisa divertisíma, nos relajamos…

Menú para los siguientes que vengan a casa (fuente: Luis C.)
Aperitivo: selección de embutidos ibéricos, salazones y un queso por cada estado miembro de la UE. Festival de croquetas. Empanada de bonito. Pepinillos. Banderillas.
Primer plato: fabada asturiana.
Segundo: marmitako.
Pescado: bacalao a la bilbaína con pan frito.
Carne: entrecot sepultado en queso Gorgonzola.
Nueva pasada por la tabla de quesos. Postre: hojaldre de nata, castañas, nueces y frutas del bosque.
Para beber: chocolate caliente y espeso.
Side dish en cada plato: kraut.
PD: ¡Yo me he pedido de postre una cocinera y una camarera a ver si cuela!

La Embajadora en casa...¡a comer!

Con la excusa de no tener la casa en condiciones por falta de muebles (excusa real por otra parte), nunca invitamos a nadie a comer o cenar…sentados.

Sí es verdad que hemos organizado algún cóctel que otro para no pocos invitados, unas treinta o cuarenta personas, pero fue relativamente fácil porque contratamos un catering, unas cocineras, unas camareras; y porque la falta de muebles fue en ese caso un punto a favor. Decoramos toda la casa con velas asumiendo el riesgo de un incendio fortuito y chupi.

Pero esta semana Luis decidió dar un giro radical a nuestra apatía culinaria, y el sábado por la tarde, bien tarde, decidió invitar a la Embajadora a comer a casa. Y no a un cóctel, ¡a una comida!

Gracias a Dios, el día anterior se nos ocurrió ir al mercado y surtir la nevera a conciencia. Compramos una lubina salvaje bien hermosa, patatas, todo tipo de verduras, frutas (unas frambuesas enormes en una cajita que nos costó como un letra de un anillo de Cartier) y unos quesos ricos, ricos.La lubina, en la nevera, esperaba aterrorizada nuestro experimento. Porque nosotros dos no hemos cocinado nunca una lubina (yo, ni una lubina ni otras muchas cosas). Y por eso era ideal el momento en que Luis decidió invitar a comer a la Embajadora. Para probar.

No dormí en toda la noche. Asumir el envenenamiento del jefe de mi marido me estaba costando una úlcera estomacal.

Pero me levanté dispuesta a poner una mesa maravillosa de forma que la Embajadora estuviera más pendiente de la decoración que de la comida. Una vez terminada la puesta en escena, no me pareció suficientemente "ideal" como para compensar una indigestión, así que decidí que la mejor forma de salir del atolladero era ser sincera con ella y explicarle mi falta de conocimiento en la materia.

Y oye, funcionó, la pobre Embajadora nos hizo la comida. Se me debería caer la cara de vergüenza, pero hay veces en la vida en que hay que ser realistas. Destrozar la buena relación de Luis con ella por mi incapacidad era una estupidez.

Lo pasamos muy bien, y nosotros aprendimos a hacer una lubina al horno.

jueves, 19 de febrero de 2009

Los topillos (dedicado a mis amigas solteras)

Me encantan los topillos (probablemente porque no tengo jardín).

Son unos mamíferos pequeñitos. Si no sabéis cómo son, sólo hay que acordarse de los dibujos de los libritos de Beatrix Potter.

Después de bucear en numerosos estudios antropológicos en Internet y en varios libros, la frase más divertida y rotunda que he encontrado sobre estos pequeños animalitos es: “cada topillo es un mundo”.

Estoy de acuerdo, no hay topillos iguales. ¿O sí?

Los estudios dejan claro que si yo fuese una topilla inocente, en los treinta o treinta y tantos, que buscase un topillo para formar un hogar, tener topillitos y una madriguera decente, correría un grave riesgo si empezase a salir con un topillo de la montaña en lugar de un topillo de la pradera. ¿Por qué?

Porque el topillo de la pradera o Microtus ochrogaster tiene un comportamiento familiar intachable. Es fiel hasta la muerte, e incluso en el 80% de los casos el topillo no vuelve a contraer matrimonio tras enviudar. Colabora sin rechistar en el cuidado de la prole, y suele vivir con los suegros en paz.
En cambio, el topillo de la montaña o Microtus montanus es hosco, se enclaustra en su madriguera individual, es traidor con sus parejas, y no cuidan de la prole en absoluto.

El problema es que los topillos no llevan un cartel colgado al cuello que indique qué carácter corre por sus venas, y para cuando la topilla se atreve a preguntarle por su familia, ya está completamente loca por los huesillos del topillo. Si resulta ser un oriundo de la pradera nuestra topilla estará de suerte, pero ¿qué hacer si se trata de uno de la montaña? Intentar cambiarlo es la primera reacción de una topilla enamorada, pero como dicen por ahí, la cabra tira al monte, y el topillo a la montaña, o lo que es lo mismo, al mundo de la poligamia y al viva la vida. Malo. La topilla lo va a pasar fatal y se va a llevar un desengaño de tomo y lomo.

Otro problema es que antes los topillos de la pradera y de la montaña apenas se cruzaban y era fácil diferenciarlos. Sabías dónde buscarlos. A la pradera para un compromiso serio, y a la montaña para un affaire. Pero con el cambio climático han ido acercándose geográficamente, y al cruzarse entre sí, han creado una nueva rama: el topillo que no sabe lo que quiere. Es el topillo híbrido.

Esta tipología de topillo no sabe si quiere una familia, pero tampoco le importaría tener una (una vez cumplidos los 45 en adelante). Como una topilla pille a uno de estos, se vuelve loca. Fijo. Por lo menos cuando sale con un topillo de la montaña, ya sabe que va a ser una desgraciada total, pero con el topillo híbrido la confusión es absoluta y la contradicción tremenda. Este topillo podría prometer el oro y el moro a nuestra inocente topilla, y poner pies en polvorosa en cuanto encontrase la mínima ocasión, como negarse a vivir con sus suegros, vender su madriguera actual o pensar en tener un topillito que le quitase el protagonismo en la guardería.

¿A dónde quiero llegar yo con todo esto?

Pues decirle a mis muy queridas amigas solteras que antes de salir a buscar novio se lean un buen estudio sobre los topillos. Yo he tenido la suerte de estar en la pradera en el momento adecuado, pero hubiera agradecido mucho en su día conocer la vida de los topillos y dar boleto a más de un Peter Pan.



¿Parece monísimo verdad? ¡Pues vete tú a saber!

miércoles, 18 de febrero de 2009

Popurrí I

Primera visita a Liubliana enero 2009-Popurrí I

La visión de los Alpes no me preparó para la impresión que tuve al aterrizar en el aeropuerto de Liubliana. Mientras miraba a través de la ventanilla, creí escuchar: “Bienvenidos a Siberia. Esperamos que el viaje en trineo haya sido de su agrado y que vuelvan a viajar pronto con Penguin Trinelines”.

Pero no.

Estoy en Eslovenia. Todo está nevado. Todo está helado. Los árboles son pura escarcha, todas las ramas espolvoreadas de azúcar blanca. Dan ganas de arrancarlos y colocarlos en el Belén que tanto trabajo ha dado a mi padre este año.

La temperatura: menos cinco grados bajo cero. Me dice Michelle que no me puedo quejar, he vuelto cuando “la primavera” empieza. Y es que durante estas navidades las temperaturas han llegado a menos dieciséis grados bajo cero. La verdad es que yo no encuentro ninguna diferencia, a cero grados ya no siento ni padezco. Luis me dice que tenemos que pasear por la calle para que me acostumbre a nuestro posible siguiente destino: Rusia. Brrr. No quiero. Aunque pensándolo bien, al menos estaré segura de que gas no va a faltar, y que la calefacción está asegurada.

Cuando llego a casa veo que todas las plantas se han muerto. Y según la encargada de cuidarlos, una pluriempleada asesina de cualquier vida vegetal, la culpable ha sido la calefacción. ¿Pero Eslovenia no dependía del gasoducto de Ucrania? Un milagro, un exceso de calor ha matado a mis queridas kentias, mi pequeño ficus, nuestros pequeños maceteros de albahaca, tomillo, perejil y de no sé qué más que Luis ponía en sus pizzas. Tengo un disgusto considerable.

En fin, que desde el momento en que Luis se va a trabajar, soy el único ser vivo en casa. Ingrid, nuestra pluriempleada asesina, está de baja con 39 de fiebre, y no va a venir a casa en esas condiciones. La faena es grande porque la mini casa de Madrid la limpio en un plis plas, pero para ésta necesito como mínimo una Ladyvap. Mi disgusto considerable es ya de marca mayor.

Salgo a la hora de comer para encontrarme con otros seres humanos, que normalmente se reducen a Luis y a Michelle .

Caminar hacia el restaurante requiere un alto nivel de equipamiento de montaña y como mínimo, un seguro de vida. Dos pequeños y cortos paseos me han dejado claro que solamente se puede caminar por el centro de la calle, aunque te atropellen. Es mucho más fácil morir bajo un alud de nieve y hielo procedente de un inocente alerón. Las botas que me ha regalado mi madre, forraditas pero sin tacos, convierten mi paseo en un patinaje intermitente, lo que añade cierto riesgo de lesiones a la corta caminata.

Pocas actividades sociales esta semana: una cena con consejero "sin denominación", la inauguración de una exposición de Chagall en el Museo de la ciudad (que tiene un café al que ciertamente llevaré a mis futuros visitantes), y el cumpleaños de Luis, el gran evento de la semana, que celebraremos en Venecia este fin de semana, y cuyo contenido me guardaré para mí.

La tarde de la exposición empezamos con mal pie. Un martes como otro cualquiera, un modelo corriente, un maquillaje sutil si no inexistente, y yo tan contenta, cuando al ir acercándonos al museo noté que el número de personas y el nivel de flashes eran ciertamente chocantes. Miré a Luis con horror, que me devolvió la mirada con cara de ya te lo dije... ¡Era la inauguración! Luis, como un pincel, me dice que él me enseñó la invitación donde lo ponía claramente. Yo le recuerdo (con ganas de salir corriendo a casa) que la invitación estaba en esloveno, idioma que, como muchos otros, no domino. Tras un pequeño ataque de ansiedad, cerré los ojos y atravesé la entrada sin contratiempos. Apareció Michelle, que no prestó atención a ningún cuadro y que se dedicó, en cambio,a asediar visualmente a una rubia altísima. Y con cierto éxito, pues ella le miraba continuamente no sé si porque estaba entusiasmada con Michelle o porque estaba aterrorizada ante la posibilidad de sufrir un secuestro.

La exposición, qué decir, a mi Chagall no me entusiasmó. Los carteles sí me gustaron, pero el resto de dibujos seleccionados para la ocasión me parecieron el resultado de un concurso escolar sobre el nacimiento de Jesús y la Navidad.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Lago Bohinj

Dirk es ingeniero agrónomo y está casado con una diplomática sueca. A los dos les encanta la naturaleza y todos los domingos organizan un "hike" o caminata en algún paraje esloveno.

Luis se ha aficionado y ya no puede presicindir de estos "paseos" de seis horas por la montaña. Para convencerme de que me apuntase al plan, este domingo se organizó una excursión "easy" (doce kilómetros a menos cinco grados bajo cero) alrededor del Lago Bohinj, en el parque nacional del Trigalv.

El grupo era de lo más vario pinto: razas, países, lenguas y edades distintas. Teníamos incluso dos perros apuntados a la excusión, pero uno, Lucas, tuvo que retirarse por una inflamación en la pata derecha (nada grave).

Esta es la panda (yo no estoy porque hago la foto):


Muchos desisitieron durante el programa (la Embajadora sueca, su marido y acompañante filipina), no tanto por no estar en forma como por lo inapropiado del atuendo (calzado no apto para pisar las "pequeñas" raices ocultas bajo quinientos millones de hojas secas).

Pequeñas ramas sueltas a modo de ejemplo:



Luis y yo teníamos las botas adecuadas, pero él iba como un pincel (todo a juego y de marca), y yo como una cebolleta (capas y capas de ropa sin sentido ni armonía ninguna).
Luis se queja de que nunca pongo fotos mías en el blog porque soy muy coqueta y no me gusta como salgo. Cierto. Pero es que él sale siempre genial. Veamos este ejemplo dónde se podrá comprobar nuestra indumentaria:


En un punto del camino, encontramos un cementerio cerca de la orilla del lago, dónde probablemente una batalla tuvo lugar y cientos de soldados murieron sin ser nunca identificados. El lugar es frío y silencioso, pero hay una cierta magia... no se podía evitar pensar en los espíritus que nos escuchaban mientras caminábamos entre las tumbas...


Lo pasamos muy bien todos. Especialmente el perro de Dirk, que saltó y brincó durante todo el trayecto. Cuando su dueño le ponía la correa para descansar ahuyaba como si estuviesen matándolo. ¡El campo es el campo!. De nuevo Luis se ha quejado mucho de que no haya puesto ninguna foto de él y Dirk en la primera versión de esta entrada en el blog, así que aquí están:


Los paisajes fueron evolucionando a lo largo de la mañana. Espectaculares. Impresionante el cruce de un lado a otro del lago. Un puente de madera nos permitía caminar sobre las aguas turquesas para cruzar del frío y la sombra, al calor y la luz.

Las montañas cambiaban de color a medida que avanzaba el día, el sol iluminaba el color de las hojas y del agua, y el calor mejoraba nuestro humor y entusiasmo.



Luis estuvo magnífico. ¡Qué ritmo! Caímos como chinches en su escapada. Fuimos incapaces de seguirle. Fue el gran ganador.



Este es un breve resumen (siento la calidad de la imagen) del día (pulsar el play, triángulo):